Recurrir a las tecnologías inmersivas en el aula ayuda a aumentar la motivación y la curiosidad de los estudiantes. Y, por asociación, a potenciar su aprendizaje a través de la experiencia.
En este blog hemos hablado en numerosas ocasiones sobre tecnologías inmersivas. En especial, sobre la tecnología de Realidad Aumentada. La Realidad Aumentada permite conocer información sobre ubicaciones físicas concretas. Y crear itinerarios, escenarios y experiencias basadas en la geolocalización. Además, resulta muy interesante para explorar la realidad más cercana desde otra perspectiva diferente.
El uso de las tecnologías inmersivas es una de las principales tendencias tecnológicas en el entorno educativo. Algunos informes las consideran como algunas de las tecnologías con mayor crecimiento en los próximos años. Y son muchos los centros educativos que las emplean de forma habitual para optimizar el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Su principal cualidad es su capacidad para crear un escenario virtual o semi-virtual. En él que los estudiantes pueden vivir experiencias en primera persona. Y, como consecuencia, fomentan su motivación y su curiosidad. Todo ello independientemente de su edad y del tema en torno al cual gire la experiencia. Además, el empleo de estas tecnologías consigue que los estudiantes afiancen su autoestima. En el plano virtual experimentan una sensación de confianza en sí mismos y se sienten bajo control de su propia vivencia.
Por otro lado, los dispositivos digitales permiten conocer de forma detallada el ritmo de aprendizaje de los estudiantes. E individualizar el proceso enseñanza-aprendizaje respetando mejor este ritmo de aprendizaje. De hecho, la inclusión de las TIC, sean inmersivas o no, ayuda en el desarrollo de los alumnos y alumnas que presentan más dificultades para aprender.
En resumen, las tecnologías de carácter inmersivo crean una experiencia única para cada persona, que interactúa en el entorno digital de manera individual, siguiendo su propio ritmo.