Nuevos experimentos realizados por científicos de Future University Hakodate aportan claves sobre cómo recordamos lo que leemos.
El lector no nace, se hace. Esta afirmación es verdad en muchos sentidos. Para empezar, porque la región del cerebro con la que desarrollamos la lectura se forma según vamos aprendiendo a leer. Es decir, no nacemos con ella. Pues bien, nuevos experimentos nos ofrecen nuevas claves sobre la práctica de la lectura. Ya sabemos un poquito más de sobre cómo recordamos lo que leemos. Dos experimentos recientes realizados por investigadores de Future University Hakodate revelan patrones de actividad cerebral asociados con el recuerdo exitoso de un texto recién leído. Así, la investigación proporciona una nueva visión de los procesos de memoria involucrados en la lectura natural.
En uno de los experimentos, los investigadores midieron la actividad eléctrica del cerebro de los participantes, y rastrearon los movimientos de sus ojos mientras leían ensayos con una extensión entre las cuatro mil y las ocho mil palabras. En otro experimento, estos investigadores midieron los cambios en el flujo sanguíneo en el cerebro mientras diferentes grupos de participantes leían los mismos ensayos. El recuerdo del texto leído se evaluó pidiendo a los participantes que escribieran un resumen de lo que leyeron.
Los investigadores compararon la actividad cerebral de los participantes y el nivel de recordatorio de la lectura. Y encontraron que un buen nivel está asociado con la desactivación de dos conjuntos de regiones cerebrales. En concreto, la red de atención a nivel de oración y la red de modo predeterminado a nivel de párrafo. Estas desactivaciones pueden indicar un mecanismo por el cual el cerebro filtra información irrelevante durante la lectura para centrarse en enviar la información relevante a la memoria. Una conclusión que arroja un poco más de luz sobre los mecanismos de aprendizaje de la lectura.
Podéis acceder al informe completo a través de este enlace.