Hoy compartimos algunas claves para aportar una dosis extra de motivación para la práctica de la lectura entre niños y jóvenes.
Cualquier cosa que queramos hacer requiere de ciertas dosis de motivación para su consecución. La lectura es una actividad que, en muchos casos, pide una dosis extra. Hoy recopilamos y compartimos algunas claves que pueden aportársela a los lectores niños y jóvenes.
El ejemplo
El movimiento se demuestra andando, ¿verdad? Pues el interés por la lectura también, ¡qué casualidad, jajaja! Así, si queremos que los niños y jóvenes de nuestro entorno lean, tenemos que empezar por leer nosotros mismos. El mítico lema: «Si tú lees, ellos leen«. Un apunte más, si leemos literatura infantil y juvenil aumentamos exponencialmente las posibilidades de éxito, ¿qué os parece?
Si los niveles de interés por la lectura del niño o joven están bajos es fundamental que las lecturas que tenga a su alcance o las que le propongamos sean de su interés. Y que éstas se adecuen a sus capacidades lectoras. Cuando se trata de forjar un itinerario lector es importante mantener la tensión en relación con estos aspectos para que no se pierda el interés. Y para que no se vivan experiencias frustrantes. Es una buena idea dejar en sus manos la elección de tanto en tanto.
Otra práctica clave es la lectura compartida. De esto hemos hablado hasta la saciedad en este blog, pero es que es muy importante. Compartir lecturas en las primeras edades contribuye a establecer un vínculo muy especial de los niños y niñas con la lectura y con el adulto mediador. Además, nos permite profundizar en el conocimiento del lector, algo especialmente importante para contribuir al mantenimiento del hábito y el gusto por la lectura. También podemos invitar a los lectores a que compartan sus lecturas de forma escrita. En la biblioteca o en la escuela, a partir de estas lecturas compartidas de forma escrita se puede crear un libro colaborativo u organizar un certamen.
La sorpresa
¿Habéis probado a dejar libros en sitios en los que su presencia es menos habitual? Por ejemplo, en casa, en el baño, en la cocina… La lectura siempre tiene que estar al alcance del lector. Pero el efecto sorpresa al encontrar un libro en un sitio atípico puede suponer una dosis extra de motivación. Además, es una forma de hacer de la lectura algo omnipotente en el hogar. Esto también es aplicable a otros contextos. En las bibliotecas públicas o escolares llevar la lectura más allá de sus límites físicos es una gran baza.
Otra estrategia que podemos utilizar es dotar al lector de algún privilegio. Por ejemplo, la parte favorita del sofá, un vaso de su bebida favorita para acompañar la lectura… No se trata de enfocarlo como un premio por leer sino como una prerrogativa por su estatus de lector. Esto, de nuevo, también es aplicable a otros contextos. Por ejemplo, hay centros escolares que han reservado una parte del patio para los lectores, un rincón sólo para VIPs (Very Important People). En estos casos, a este aliciente se suele sumar el «efecto contagio».
¿Se os ocurren más ideas para aportar una dosis extra de motivación para la práctica de la lectura? Os invitamos a hacérnoslas llegar.