La sociedad está viviendo a un ritmo muy rápido; especialmente motivado por los cambios tecnológicos. Estos cambios afectan a todos los aspectos de la sociedad, incluido el ámbito educativo. Esta es una de las razones por las que cada vez hay más redes de investigación sobre la influencia de las últimas tecnologías (impresoras 3D, robots, aplicaciones de realidad aumentada, etc.) en la formación de los niños. Y sobre alfabetización digital. Es el caso de DigiLitEy.
DigiLitEy nace con vocación de ser una “red interdisciplinaria que promueva la comprensión de la alfabetización digital y las prácticas multimodales de los niños pequeños en la nueva era de los medios y que construya una agenda europea coordinada para futuras investigaciones en este área”. Sus estudios se centran en niños y niñas desde su nacimiento hasta los 8 años. La razón es que estos primeros años proporcionan las bases fundamentales para el aprendizaje y la alfabetización a lo largo de toda la vida. DigiLitEy también busca identificar nuevas metodologías para trabajar con niños de estas edades. Así como proporcionar un marco teórico que capture las experiencias de la alfabetización digital en todos los ámbitos educativos. Desde el hogar al jardín de infancia, la escuela, la biblioteca, etc.
Alfabetización digital en el hogar, según DigiLitEy.
En el informe de DigiLitEy “Young Children’s Digital Literacy Practices in the Home” se hace una extensa revisión de los trabajos de investigación sobre las prácticas de alfabetización digital de los niños pequeños (de 0 a 8 años) en el hogar. Entre sus conclusiones se destaca que muchos progenitores ven las nuevas tecnologías y los medios digitales como algo positivo. Pero a su vez como un desafío. Además, suelen ver antes los riesgos que los beneficios.
Otro descubrimiento importante es que la alfabetización digital en estas edades está mediada por el contexto social. Sobre todo, como es lógico, el familiar. Padres, madres.. a veces parecen no darse cuenta de que sus hijos imitan su comportamiento. Así, el acceso a dispositivos que no están configurados para el uso infantil aumenta el riesgo de experiencias problemáticas. Por ejemplo, el consumo de contenido inapropiado o la posibilidad de hacer compras a través de pagos in-app.
En lo que respecta al ámbito educativo, tanto niños como padres creen que los educadores tienen poco conocimiento del hábito de los niños con los medios digitales y su alfabetización en el hogar. Los niños también apuntan a un trabajo escolar relacionado con una alfabetización digital limitado.
La conversación es fundamental para conocer y profundizar en los hábitos y relación con la tecnología de los menores.
Algunas de las recomendaciones que da el informe, sobre todo dirigida a padres y madres, es que hablen con sus hijos sobre sus hábitos y relación con la tecnología. Además, se llama la atención sobre el hecho de que los hermanos o cualquier otro miembro de la familia pueden desempeñar un papel constructivo en las interacciones de los niños con los medios digitales.
Finalmente, se señala que debería haber un mayor intercambio de información entre la familia y la escuela sobre las prácticas de los niños con las nuevas tecnologías. Unos y otros, además, deben contar con los recursos adecuados, así como proporcionárselos a los niños en interés de su aprendizaje y bienestar.
Alfabetización digital en la escuela y en espacios informales de aprendizaje, según DigiLitEy.
En estudio de DigiLitEy “Digital Literacy in the Early Years: Practices in Formal Settings, Teacher Education, and the Role of Informal Learning Spaces”, se parte de que las prácticas de alfabetización digital de los niños pequeños implican al menos dos desafíos. Primero, la dificultad de definir y delinear la alfabetización en la era digital. Y, segundo, la consideración del alumnado más joven en este tipo de investigaciones. Como se ha comentado, son edades cruciales para su formación y alfabetización.
En este informe se trata de documentar el papel de las bibliotecas, museos y otros espacios informales en la alfabetización digital de niños y niñas de 0 a 8 años. Una de sus concusiones más relevantes es que la alfabetización implica la participación y la producción de textos digitales y no digitales, en espacios físicos. Pero también virtuales. En ambos casos, se ha de facilitar la comunicación y colaboración “cara a cara y con la tecnología”.
Por ejemplo, en los estudios de programas de alfabetización en bibliotecas y otros espacios de educación no formal (como los museos), las habilidades que se relacionan con el uso de la tecnología se combinan con la competencia de los chicos para identificar y evaluar la información. También para colaborar entre sí y con profesionales (por ejemplo, bibliotecarios, maestros, etc.).
Las tecnologías digitales pueden mejorar la inclusión social.
En un plano más sociológico, las tecnologías digitales pueden mejorar el potencial de los niños para la inclusión social. Si bien, hay que tener presente que los docentes están influenciados por factores externos. Por ejemplo, los recursos disponibles, las políticas escolares y educativas y los modelos de desarrollo profesional. Aspectos que varían según escuelas y, también, países.
Esto supone que los contextos políticos y socioeconómicos pueden influir en las prácticas formales e informales de aprendizaje de los niños pequeños y sus profesores, creando así lo que ya conocemos como “brechas digitales”. A este tipo de brechas, se concluye, también habría que sumar una brecha adicional en la representación de los diferentes grupos de edad en este tipo de investigaciones. Como pueden ser los niños más pequeños (entre 0 y 3 años), ausentes en la mayoría de los estudios sobre prácticas pedagógicas en entornos de aprendizaje.
Un punto que resulta especialmente relevante puesto que estas primeras edades no pueden ser excluidas de una necesidad de alfabetización digital. Las nuevas tecnologías ya están presentes en casi cualquier hogar desde la cuna.
Podéis ampliar la información sobre DigiLitEy en su web.
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