La pandemia y, sobre todo, los confinamientos han evidenciado algunas carencias de la educación digital. EStas son las lecciones aprendidas.
La pandemia ha hecho que la educación digital pase en algunos casos de ser algo marginal a ser generalizado. Si algo han demostrado los confinamientos es la capacidad de los recursos digitales para la formación de nuestros hijos. Hoy compartimos algunas de las lecciones aprendidas estos meses.
Una de las partes negativas ha sido el poco tiempo de adaptación en aquellos casos en los que ni profesores ni alumnos estaban familiarizados con las herramientas digitales educativas. Su uso casi forzado reveló muchas de las deficiencias en los programas educativos en este sentido.
En el caso de los alumnos, ha demostrado que considerarles “nativos digitales” quizá no era lo más apropiado cuando se han tenido que enfrentar a una educación online total. Muchas veces, sus aclamadas destrezas se limitan al uso de sus teléfonos o el uso de redes sociales y herramientas hermanas.
El laboratorio Techné de la Universidad de Poitiers hizo un estudio durante los confinamientos. En él quisieron identificar las habilidades de los alumnos para la implementación de herramientas digitales en el aula.
Se trataba de herramientas aparentemente básicas, para almacenar archivos, hacer cambios de formato, de edición básica, etc.
El resultado evidenció que, muchas veces, aquello que sale de su ámbito de actuación en sus teléfonos móviles les es ajeno. Por tanto, las competencias digitales de los jóvenes, adquiridas principalmente a través de la experiencia, no siempre se corresponden con las requeridas para el uso escolar.
Se destacan así dos problemas de la formación de jóvenes en tecnología digital. El primero se refiere a la educación digital ciudadana. El segundo a la formación en competencias digitales en la escuela.
De nuevo, se pone en evidencia la necesidad de una formación digital severa en las escuelas. Es cierto que algunas habilidades se desarrollan con relativa facilidad con el uso. Pero tiene sus límites. Y algunas requieren del apoyo de actividades de aprendizaje específicas.
Por tanto, parece lo más razonable pedir a las escuelas, o la administración competente, que forme sistemáticamente a los estudiantes en habilidades digitales. De lo contrario, existe el riesgo de agrandar aún más las deficiencias educativas atribuibles a diversos determinantes, tanto individuales como sociales.
Al menos, que algo tan negativo como la pandemia se transforme en algo positivo en cuanto en la educación de niñas y niños.
Fuente: The Conversation.
Imagen de SHVETS Production para Pexels.