La transformación digital se está convirtiendo en una prioridad en todos los sectores; y los diferentes agentes del sector del libro y la lectura deben empezar a avanzar con firmeza en este sentido.
La consolidación de la transformación digital de las empresas españolas continúa, una tendencia acorde a los profundos cambios que está experimentando la sociedad. Hoy, precisamente, leíamos un tweet de Javier Celaya sobre una noticia al respecto de medidas tomadas en el sector bancario para acelerar la digitalización.
Bajo esta premisa se presentaba hace un par de meses el informe sobre el estado de la Cultura en España de la Fundación Alternativas (FA), en el que se ofrece un análisis crítico de la situación de las artes escénicas; los museos; el sector musical; el del libro; el sector audiovisual; el del empleo en la cultura; el de la cultura española en las relaciones internacionales y en la cooperación; y del consumo de la cultura digital o las plataformas digitales.
Desde hace tiempo, España reúne las mejores condiciones para ser una potencia cultural, aunque solo sea por este arma formidable que es nuestra lengua, la segunda más hablada del mundo y tercera en comunicación en Internet. En cambio, el tejido cultural español ha sufrido un notable deterioro en términos de diversidad y de sostenibilidad económica. La salvación radica sin duda en la transformación digital.
Este informe puede ser una herramienta de gran utilidad para los diferentes actores de los diferentes sectores de la cultura para superar «una cierta resistencia y falta de ingenio para asumir la transición al nuevo paradigma«, a la que aludía Nicolás Sartorius, vicepresidente ejecutivo de FA, en la presentación del informe.
En lo que respecta al sector del libro y la lectura, recordaba Luis Pastor, presidente de la Unión de Editoriales Universitarias Españolas (UNE), que “este nuevo paradigma plantea usos culturales y de consumo radicalmente distintos”. “Lo más importante que va a pasar en la industria cultural en los próximos años, desde ya, va a producirse en su vertiente digital”, aseguraba Pastor.
Ahora a la necesidad de reflexión sobre el cambio de hábitos en el consumo de contenidos y de análisis de sus consecuencias, se suma, cada vez con más premura, la necesidad de avanzar y empezar a poner en marcha acciones que enfrenten los retos que se plantean para empezar a dar respuestas.