Escribir a mano en un mundo de pantallas táctiles y teclados

Escribir a mano en un mundo de pantallas táctiles y teclados

En un mundo de pantallas táctiles y teclados, escribir a mano se reivindica como una actividad clave para ayudar a los niños a prestar atención al lenguaje escrito.

No es la primera vez que mencionamos el poder de la pluma en el aprendizaje frente a los teclados, las pantallas táctiles… Y es que el acto mecánico de teclear, en contraposición a la escritura manual de notas, mueve a los estudiantes a tomar apuntes sin seleccionar ni jerarquizar el interés de la información que transcriben; y sin activar los mecanismos mentales de atención y retentiva. De tal manera que se produce un procesamiento cognitivo más superficial y un aprendizaje de calidad inferior.

Estudios posteriores redundan en esta idea: la escritura manual puede ayudar a los niños a prestar atención al lenguaje escrito; e, incluso, ponen de manifiesto la asociación entre la buena caligrafía y unos mejores resultados académicos. Y es que el mito de que la escritura manual no es más que una aptitud motriz es totalmente erróneo. En ella utilizamos partes motrices de nuestro cerebro, y también planificación y control motrices, pero hay una región cerebral crucial en la que coinciden la visión y el lenguaje: el giro fusiforme. En él, los estímulos visuales se convierten en letras y palabras escritas.

Las imágenes cerebrales muestran que la activación de esta región es diferente en niños y niñas con dificultades para escribir a mano. Y los escáneres funcionales de cerebros de adultos han revelado una red cerebral característica que se activa cuando leen y que incluye áreas relacionadas con los procesos motrices. Esto ha hecho pensar a los científicos que el proceso cognitivo de la lectura puede estar conectado con el proceso motor de formación de las letras. En contraposición, en los niños pequeños con un desarrollo normal parece que teclear las letras no genera la misma activación cerebral.

En resumen, interactuar con el mundo utilizando nuestras manos tiene efectos realmente importantes para nuestra cognición, y escribir a mano cambia la función cerebral y puede cambiar el desarrollo del cerebro. Esto nos alerta, una vez más, de la profunda reflexión que se ha de hacer en relación con la incorporación de tecnología en entornos educativos. Su interés y su potencial son innegables, pero para que estas herramientas se conviertan en aliadas del aprendizaje es necesario ser críticos y tener presentes los cambios metodológicos que implica su incorporación al aula.

 

Fuente: El País.

 

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