Leer nos cambia el coco

Leer nos cambia el coco

Leer nos cambia el coco en muchos sentidos. También en sentido literal. Según un estudio llevado a cabo en la India, aprender a leer modifica nuestro cerebro. Incluso, aunque se aprenda en la edad adulta.

Tal y como avanzábamos en la cabecera de este post, leer nos cambia el coco en muchos sentidos ya sabidos. El que no conocíamos hasta ahora es el sentido literal. Según un estudio realizado en la India, aprender a leer provoca cambios en partes profundas del cerebro. Incluso, en la edad adulta.

En la investigación han participado sesenta y tres personas analfabetas mayores de treinta años de edad. Durante seis meses se han integrado en un programa de enseñanza de la lectoescritura. Y se ha realizado un seguimiento de su ritmo de aprendizaje. Además, se han llevado a cabo resonancias magnéticas para monitorizar su actividad cerebral.

Hallazgos de la investigación

Los resultados han sido notables. En primer lugar, el estudio ha demostrado que leer y escribir es algo que se puede aprender sin problemas a casi cualquier edad con un trabajo diario. Por otra parte, se ha comprobado cómo se desarrollaban nuevas conexiones en el cerebro, sobre todo en el córtex, que es conocido por su facilidad para adaptarse rápidamente a nuevos desafíos.

Finalmente, ha sido sorprendente ver cómo se producían cambios en partes más profundas del cerebro. Según este informe, se ha observado que el proceso de aprendizaje llevaba a una reorganización en estructuras cerebrales como el tálamo y el tronco encefálico, zonas concretas dedicadas a adaptar y coordinar la actividad del córtex visual. Esto ayuda a filtrar información que nos llega visualmente, aunque no seamos del todo conscientes de ella.

Estas nuevas estructuras llevan a ajustar la comunicación en general a medida que los alumnos van mejorando su lectura, de tal modo que la velocidad de aprendizaje se dispara. Así, cuanto mejor se lee y se escribe, más se acelera todo el proceso, mejorando, además, la manera de percibir y relacionarse con el mundo.

Este hallazgo demuestra lo flexible que es el cerebro, independientemente de la edad. Y cómo el aprendizaje todavía puede generar cambios en él. Además, se ha encontrado una relación entre estas partes del cerebro y la habilidad lectoescritora, lo que puede ayudar a entender mejor fenómenos como la dislexia.

 

 

Fuente: Lecturalia.

 

Imagen cortesía de Pixabay.

 

 

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