En la era digital, en la que la mayor parte de nuestra comunicación la realizamos a golpe de clic hay quienes cuestionan la escritura manuscrita.
En 2011, el video de «la niña para la que una revista es un iPad que no funciona» llamó poderosamente la atención sobre el consumo de contenidos de los nativos digitales. Desde entonces, algunos profesionales han dado la voz de alarma sobre el hecho de que algunos niños y niñas no adquieran las habilidades necesarias para la escritura manuscrita.
A medida que nos adentramos en la era digital, la pluma, el bolígrafo, el lápiz… van siendo desplazados por las teclas y las pantallas. Así, muchos argumentan que esta habilidad ya no es necesaria. Algunos, incluso, han optado por relegarla en el currículo. Consideran que es más beneficioso proporcionar a las nuevas generaciones las herramientas y habilidades necesarias para prosperar en un mundo digital.
Sin embargo, hemos de tener muy presentes los demostrados beneficios de la escritura manuscrita. Esta práctica, más allá de lo motriz, nos lleva a tomar notas seleccionando y jerarquizando la información que transcribimos. Y activando los mecanismos mentales de atención y retentiva. Así, se produce un procesamiento cognitivo más profundo.
En otras palabras, obtenemos mejores resultados en términos de interiorización al escribir a mano. La razón es que el cerebro recibe retroalimentación por tres vías: el oído, la vista y la actividad motora. Los movimientos se transforman en memoria motora. Y ésta crea conexiones nuevas entre lo que se oye, se escribe y se lee. De hecho, se ha demostrado una asociación entre la buena caligrafía y unos mejores resultados académicos.
La realidad es que todos capturamos y retenemos información de forma variada.
El mundo no es blanco o negro. Y no hay necesidad de restringirse a una opción. Hay gente que prefiere hacer garabatos y escribir sobre el papel. Otros optan por los teclados y las pantallas. Algunos disfrutan de la lectura digital, mientras otros disfrutan de la lectura en papel. Mejor formarse en todo y que luego cada cual elija cómo quiere disfrutar de su vida, ¿no os parece?
Fuente: The Next Web.