¿Estamos ya a un nivel en el que podemos plantearnos incorporar algoritmos a algo tan sensible como la educación? ¿Mejoraría los resultados con respecto a las dinámicas actuales? ¿Tendría sentido explorar los algoritmos docentes?
Estas son algunas de las preguntas que Enrique Dans lanzaba estos días en su blog. Todavía no tenemos respuesta a las dos primeras cuestiones. Todavía estamos en un momento temprano de la tecnología de algoritmos generativos. Pero no tenemos ninguna duda de que, en el momento en el que nos encontramos, tiene todo el sentido explorar los algoritmos docentes. La razón también la comparte Dans en su blog: el nivel de los actuales asistentes conversacionales generativos sirve para crear contenidos visuales e interesantes. Por ejemplo, para llevar a los niños y niñas a través de las lecciones necesarias para que aprendan a leer. Además, esto podría llevarse a cabo en un modelo individualizado.
Por ello, en línea con algunas de nuestras últimas publicaciones sobre inteligencia artificial, que nos han llevado a una charla con Chat GPT-3 y a explorar IAs que crean historias para niños, hemos investigado un poco el tema para ampliar nuestra opinión sobre la implementación de IAs en contextos educativos. Y también para ver las posibilidades de las IAs como refuerzo para el estudio en casa (home schooling), constituyendo un equivalente a las clases particulares. Algo de especial interés para familias que no pueden tener acceso a este tipo de soporte.
Todo apunta a que la inteligencia artificial será esencial en el aprendizaje de la lectoescritura.
Para Bil Gates, la IA será esencialmente inútil en el área de la lectura y la escritura. Con los avances que tenemos ahora, ya resulta increíble plantearle: «Escribe una carta así o asá, o escribe una carta como Einstein o Shakespeare lo habrían hecho», y quedarse un 80% de las veces atónito. A corto plazo, se convertirán en asistentes de investigación lectora y nos darán feedback sobre nuestras tareas escritas. Además, las IAs llegarán a tener la capacidad de monitorizar el estado anímico del alumnado, sus intereses, sus necesidades y de adaptarse constantemente. Y proporcionar un nivel de personalización que un humano jamás podrá alcanzar.
Todo apunta a que la IA va a ser una tecnología con la que los humanos colaboraremos. Es decir, va a ir más allá que las herramientas tecnológicas que se utilizan sin más. En otras palabras, habrá que desarrollar habilidades para hacer consultas e incitar al sistema a que nos dé las mejores respuestas. Y los que no desarrollen estas habilidades estarán en clara desventaja respecto a los que sí lo hagan. Los profesores también tendrán que colaborar con IAs para ahorrar tiempo en algunas tareas. Pero, sobre todo, para diseñar de procesos para el desarrollo de capacidades para colaborar con IAs. Serán necesarias nuevas estrategias y actividades para promover el aprendizaje con mayúsculas.
¿Veremos en el futuro niños y niñas aprendiendo a leer, entre otras habilidades, prácticamente por su cuenta con profesores algorítmicos? ¿Qué opináis? Estaremos encantados de leer vuestros comentarios.