Uno de cada cuatro adolescentes de Reino Unido reconoce haber sufrido ciberacoso en 2015, una cifra que según los expertos debe de tomarse como una llamada de atención.
Con motivo del Día de Internet Seguro 2016, celebrado el pasado 9 de febrero, Will Gardner director de UK Safer Internet Centre en Reino Unido y director ejecutivo de la organización benéfica Childnet presentó los datos recopilados de un estudio en torno al ciberacoso a partir de una encuesta realizada a más de mil quinientos adolescentes británicos con edades comprendidas entre los trece y los dieciocho años.
Un veinticuatro por ciento de los adolescentes reconoce haber sufrido ciberacoso en 2015 debido bien a su género, orientación sexual, raza, religión o discapacidad, y, en muchos casos, de forma constante. Cuatro de cada cinco adolescentes encuestados reconocieron que durante el último año habían sido testigo de algún tipo de acoso online. Más de un cuarenta por ciento afirmó que el odio online se había incrementado en el último año y que los medios sociales eran la mejor plataforma y la más habitual para realizar acciones de ciberacoso.
Por otra parte, también es interesante señalar que la inmensa mayoría de las víctimas, un noventa y cinco por ciento, aseguró haber recibido apoyo online por parte de sus compañeros. En opinión de Gardner es alentador y satisfactorio saber que los jóvenes están utilizando la tecnología con fines positivos, pero las cifras relacionadas con el ciberacoso deben de ser, en su opinión, una llamada de atención para encontrar la forma de crear una red que sea buena para todos, en la que se debe fomentar el respeto mutuo y el diálogo.
Durante la presentación de este estudio, Liam Hackett, director ejecutivo de la organización benéfica Ditch the Label, comentó que era preciso saber qué empuja a alguien a acosar a otra persona para poder encontrar los medios que sean necesarios para combatir esta situación, y añadió que el ciberacoso no se debería tomar como algo aislado del acoso escolar y que hay que enfrentarlo de forma proactiva.
Estas cifras nos dan idea de las dimensiones que este problema está adquiriendo; dimensiones que, presumiblemente, serán similares (si no mayores) en otros países de Europa como España.