Compartir lecturas con los niños y los jóvenes resulta clave para motivar en ellos el interés por la lectura y contribuir a su formación. En este post repasamos algunas de las conclusiones de estudios que se han llevado a cabo al respecto.
Las nanas, las retahílas, las canciones infantiles, la lectura en voz alta, los cuentacuentos… son muy comunes en el día a día de los niños de edades más tempranas, tanto en entornos familiares como otros contextos: la guardería y los primeros años de colegio, la biblioteca… Esta actividad de compartir lecturas, en cambio, pierde fuerza cuando los niños aprenden a leer. Muchos estudios, como los que citaremos a continuación, llaman la atención sobre este hecho y reivindican la importancia de esta actividad, muy especialmente en el ámbito familiar en el que la lectura se mezcla con los afectos, con unos resultados inigualables en otros contextos.
En el marco de la investigación Reading for pleasure, llevada a cabo por Oxford University Press con la colaboración de James Clements, por ejemplo, en la que se vio que el porcentaje de padres que dejan de leer a sus hijos a partir de los siete años rondaba el cincuenta por ciento, los investigadores concluyeron el hábito de la lectura compartida en el hogar tenía un impacto notable en sus logros académicos.
La investigación determinó que diez minutos de lectura compartida al día son más efectivos, por ejemplo, que las clases extraescolares o de refuerzo para apoyar la educación de los niños; y de sus resultados se extrajeron una serie de sugerencias para los padres y madres: sacar diez minutos al día para leer con sus hijos; compartir tanto la selección de lecturas, para que resulte variada en géneros y temáticas, como el propio acto de la lectura; comentar la lectura, mientras se está realizando y tras su consecución, para hacer aclaraciones, valorar el nivel de compresión…; y, sobre todo, hacer de esta actividad un momento de disfrute en familia.
Otros estudios se han referido a los beneficios de la lectura en los adolescentes. Es el caso de una investigación llevada a cabo por Alice Sullivan y Matthew Brown del Instituto de Educación de la Universidad de Londres sobre el efecto de la lectura por placer en el desarrollo cognitivo de los niños a través del tiempo, que encontró que los niños y jóvenes con edades comprendidas entre los diez y los dieciséis años que leen por placer, no sólo obtienen mejores resultados académicos en vocabulario y ortografía, sino también en matemáticas.
Leer en casa, tanto de forma individual como compartida, y transmitir a los niños interés y gusto por la lectura es un regalo que debemos tener más presente en nuestro día a día. Sus beneficios no sólo serán evidentes en sus primeros años de escuela sino a lo largo de todo su aprendizaje vital, y por tanto en su futuro profesional. Leer por placer es, sin ningún atisbo de duda, un indicador de éxito académico y laboral.