La noticia de la retirada de aplicaciones de control parental de la Apple Store por «poner en riesgo» a los menores invita a la reflexión sobre este concepto e instrumento.
La reciente noticia de la retirada de apps de control parental de la Apple Store por «poner en riesgo» a los menores ha generado cierto estrés en muchas familias. No es para menos. Precisamente, una herramienta que sirve para preservar su intimidad los está exponiendo. Además, hasta límites insospechados, si tenemos en cuenta que se han retirado 11 de las 17 apps más descargadas. Pero, antes de llevarnos las manos a la cabeza sobre este tema, revisemos el concepto de control parental.
¿Qué es el control parental? ¿Cómo aplicarlo para que sea más efectivo?
El control paternal, más conocido como control parental, se refiere, por regla general, a un sistema que limita o impide el acceso a un dispositivo o a su contenido a los menores de edad. Para ello, se utiliza una serie de sistemas de bloqueo (claves, bien alfanuméricas, bien mediante una combinación de teclas) que realizan los responsables legales del menor. Normalmente sus padres, pero también los adultos responsables del uso de la correspondiente máquina.
El objetivo es evitar que el menor acceda a contenidos inadecuados. O que lleve a cabo acciones como comprar contenidos o suscribirse a servicios, compartir información personal o sensible en abierto… Los sistemas de control parental son muy variados y dependen del aparato (ordenador, tablet, smartphone, consola, televisión, reproductor de DVD…). Y del formato (app, red social…). También del tipo de información que se desea controlar.
El control paternal más allá de los desarrollos tecnológicos…
Más allá de estos desarrollos tecnológicos, el control parental es también, como su propio nombre indica, el que establecen los padres, madres, tutores o responsables de un menor en relación con el uso de los dispositivos eléctricos, electrónicos, digitales en un determinado contexto y que pueden referirse a la posibilidad de uso, los sitios, momentos y tiempos de uso, a las limitaciones respecto a determinados contenidos y, en el caso de los usuarios menores de mayor edad, los límites de gasto.
El objetivo es, en todo caso, evitar el acceso a contenidos no adecuados y gastos indeseados; y, sobre todo, prevenir ansiedades indebidas, trastornos del sueño, descensos del rendimiento escolar, adicciones u otros problemas que puedan derivarse de un uso inadecuado de la tecnología.
5 recomendaciones para el control parental.
– Determinar lugares de uso. Para evitar que los chicos estén conectados en situaciones inadecuadas (actividades familiares, durante las comidas…).
– Definir momentos de uso. Para evitar que los chicos estén conectados en horarios inadecuados (por la noche, por ejemplo).
– Delimitar tiempos de uso. Para evitar que los chicos estén conectados más tiempo del recomendable (20/30 min. máximo en la franja de 2-6 años; 1h. máximo en la franja de 6-10 años; 2h. máximo a partir de 10 años).
– Establecer límites de gasto. Para hacerlos conscientes y responsables de su consumo (en edades avanzadas).
– En último término, aprovechar las funcionalidades de control parental incorporadas en los dispositivos y en las aplicaciones. Así como las herramientas específicas que permiten gestionar el uso que hacen los menores de la tecnología, su acceso a determinados contenidos o el modo de compra. Si regulamos el uso de la tecnología de nuestros menores puede que estas herramientas sean prescindibles, así quedamos al margen de situaciones como la expuesta al comienzo de este artículo que, por otra parte, no está exenta de polémica.
Sobre estas y otras cuestiones afines hablaré en #DigCitSummitES el próximo 24 de mayo. ¡Os invito a sumaros a la cita!