La lectura provoca diferentes reacciones en el cerebro de los lectores, especialmente en el cerebro infantil, en función del formato. No es lo mismo leer un libro, escuchar un audiolibro o interactuar con un libro-app.
Supongo que las caras de los lectores de este titular no mostrarán ningún atisbo de sorpresa, ¿me equivoco? Cualquier lector que transite entre diferentes formatos es consciente de que no es lo mismo leer un libro que escuchar un audiolibro o interactuar con una app. Y es fácil que, siendo experiencias diferentes, los efectos en el cerebro sean distintos. Pero está bien confirmarlo a través de investigaciones y estudios. Hoy compartimos un último informe sobre los efectos de la lectura en el cerebro infantil según el formato.
Lo que confirma este estudio ya lo sabíamos. Así que el aspecto sobre el que querríamos incidir es la perspectiva desde la que se se comunican sus hallazgos. Y nos interesa porque este informe se presentará estos días en la reunión de las Pediatric Academic Societies. Esto significa que, en cuanto se difundan sus resultados, puede haber un aluvión de titulares contra la lectura en pantalla en las primeras edades. Y esto no es positivo.
Las experiencias de lectura enriquecidas por sí solas no son todo lo efectivas que se pudiera esperar.
Según este estudio, los efectos que habitualmente se añaden a los contenidos editoriales digitales (sonido, animación) no son tan estimulantes para el cerebro infantil como se podría pensar. Algo que lleva a los responsables de esta investigación a no recomendar la lectura digital. Para nosotros, este hecho no es ni bueno ni malo. Esto sólo significa que se ha de acompañar a los niños en el proceso de lectura digital (igual que se les acompaña en el proceso de lectura en papel). Esto sólo significa que el audio, las animaciones… por sí solas no funcionan.
En Good e-Reader, medio a través del cual hemos tenido noticia de este estudio, Mercy Pilkington apuesta por la adopción otros soportes como el eReader. Desde este modesto espacio insistimos, una vez más, en que la clave está en la mediación y en la formación. Podemos aprender muchas cosas de una manera autodidacta. Pero (salvo mentes privilegiadas) para sacar el máximo partido a nuestro cerebro necesitamos proveerlo de los estímulos adecuados. Y esto es independiente del soporte y el formato.