National Literacy Trust, organización benéfica con sede en Londres encargada de promocionar la lectura, ha presentado una investigación en la que se pone de manifiesto que escribir cartas mejora las habilidades de escritura de los niños y jóvenes.
Los resultados de esta encuesta, realizada por esta organización a treinta y dos mil niños y jóvenes británicos con edades comprendidas entre los ocho y los dieciocho años de edad, han demostrado que escribir cartas mejora las habilidades de escritura. Casi el doble de los encuestados que afirmaron que escribían cartas de forma frecuente mostraron tener un nivel de escritura superior a la media de otros niños y jóvenes de su misma edad.
Un tercio de los niños y niñas con edades comprendidas entre los ocho y los once años afirmó escribir cartas de forma habitual; un porcentaje que no llega al veinticinco por ciento entre jóvenes de entre once y catorce años, y apenas supera el dieciséis por ciento entre los adolescentes de catorce a dieciséis años. El informe muestra, además, que las niñas están más predispuestas a escribir cartas (una de cada tres reconoció hacerlo por lo menos una vez al mes) que los niños que, según van creciendo abandonan, este hábito.
El estudio también encontró una relación entre los niños y jóvenes que escriben cartas y la afición por escribir en general fuera de horario de clase. Además, estos niños y jóvenes tienen una visión positiva de la escritura: casi un cincuenta por ciento cree que es “genial” escribir y que la escritura lo ayudaré en su futuro académico y profesional.
A propósito de este informe, Jonathan Douglas, director del National Literacy Trust, ha manifestado que sentarse a escribir cartas tiene implicaciones muy diferentes a las de escribir correos electrónicos, tanto para el escritor como para el receptor de la carta. Douglas considera que el mensaje se potencia con una carta escrita a mano, aunque diga lo mismo que un email.
La presencia de tecnología en entornos educativos va en aumento: ordenadores, tabletas, pizarras digitales… Su interés y su potencial son innegables, pero para que estas herramientas se conviertan en aliadas del aprendizaje es necesario ser críticos y tener presentes los cambios metodológicos que implica su incorporación al aula, mientras, es probable que la pluma siga siendo más poderosa que el teclado en el aprendizaje.