Observar un libro ilustrado y escuchar una historia proporciona distintos tipos de aprendizajes a los niños y niñas, incluso antes de que aprendan a leer. Este dossier de publicaciones realizado por Jessica S. Horst y Carmel Houston-Price da cuenta del gran poder educativo de este tipo de obras en la etapa prelectora.
Jessica S. Horst y Carmel Houston-Price han elaborado para Frontiers un dossier de publicaciones en torno al gran poder educativo de los libros ilustrados que pone de manifiesto distintos aspectos de interés:
Para empezar, los atributos de los libros ilustrados influyen de forma notable en el acto de lectura compartida del adulto con el niño o niña prelector. La lectura compartida de libros ilustrados genera más intercambios verbales y no verbales entre adultos y niños, y una mejor comprensión y un mayor recuerdo de la historia por parte de estos últimos. En la memorización de contenidos también influye el ritmo, cuando es predictivo, la cantidad de contenidos recordados por los lectores aumenta.
Además, de favorecer la compresión y el aprendizaje de contenidos por parte de los niños, los libros ilustrados contribuyen a la adquisición de vocabulario y ayudan a los niños y niñas prelectores a comprender el mundo que los rodea. Además, este tipo de obras reflejan, a través del texto pero especialmente a través de la imagen, el contexto social y cultural en el que se crean y, por tanto, muestran y pueden enseñar a los lectores las particularidades, los valores, etc. de distintos grupos sociales y comunidades.
Los libros ilustrados también han resultado de mucha ayuda para el trabajo con niños con necesidades especiales de muy diverso tipo, y han demostrado su potencial para mejorar el desarrollo general de los niños, así como el desarrollo de habilidades específicas.
Podéis completar estas ideas sobre el gran poder educativo de los libros ilustrados y de la lectura compartida en las primeras edades y acceder a diferentes estudios que se han realizado a través de este enlace.
