Un estudio ha mostrado qué ocurre dentro del cerebro de los niños pequeños cuando les leen.
En el marco de esta investigación también se ha estudiado qué ocurre con las pantallas durante la alfabetización emergente de los más pequeños. Y se han hallado rasgos diferenciales según cada caso.
Según el Dr. John Hutton, encargado de la investigación y pediatra en el Hospital de Niños de Cincinnati, el proceso de aprendizaje de la lectura es diferente según el medio que se usa.
Para demostrarlo, se ha contado con 27 niños de alrededor de los 4 años a los que se ha realizado un escáner cerebral de resonancia magnética.
El objetivo era observar la actividad de sus cerebros en diferentes condiciones. En primer lugar, en situaciones de escucha de historias en audio. En segundo término, con cuentos ilustrados con narración en audio. Y, en tercer lugar, con una versiones animadas de la misma historia.
Mientras los niños prestaban atención a las narraciones, la máquina de resonancia magnética escaneó su actividad cerebral y la conectividad entre sus redes neuronales.
Las historias en audio generan una respuesta “demasiado fría”. Y las versiones animadas, en contraposición, “demasiado caliente”.
Esto significa que las redes del lenguaje se activaron, pero, en general, hubo menos conectividad con las historias en audio. Los niños se esforzaron más por entender.
Con las versiones animadas hubo mucha actividad en las redes de percepción de audio y visual, pero no mucha conectividad entre las diversas redes cerebrales. La animación hizo todo el trabajo.
A su vez, los niños gastaron mayor cantidad de energía con estas últimas al tratar de descubrir lo que significa la historia. Es decir, la comprensión de la historia se vio afectada.
Finalmente, la propuesta con ilustraciones y narración generó lo que se denomina condición “justa”. La actividad de la red del lenguaje disminuyó un poco en comparación con la de la historia en audio.
Los niños no prestaron solo atención a las palabras y la comprensión de la historia aumentó con las imágenes, que actuaron a modo de pistas.
Se vio, además, una mayor conectividad entre todas las redes: percepción visual, imágenes, modo predeterminado y lenguaje. Es decir, trabajaron lo necesario y de manera equilibrada para comprender la historia.
Según Hutton, cuando se lee a los niños su cerebro está haciendo más trabajo de lo que parece. Se está desarrollando dando vida en su mente a las imágenes que les brinda la lectura.
La llamada de atención de Hutton tiene que ver con la sobreexposición a las animaciones. No se está 100% seguro de qué ocurre a largo plazo. Pero advierte que los niños podrían estar en riesgo de desarrollar una integración neuronal insuficiente.
Los resultados de este estudio también sugieren que, cuando los padres recurran a dispositivos electrónicos para los niños en las primeras edades, opten por versiones libros digitales ilustrados con narración en audio, en lugar de solo historias en audio o animadas.
Fuente: Eurek Alert.
Imagen de Jerry Wang en Unsplash.