La tecnología ofrece nuevas posibilidades de reimaginar la lectura en función de las nuevas necesidades, gustos y prioridades de los lectores. A continuación, repasamos algunos ejemplos.
En primer lugar, podemos poner las herramientas que plantean reimaginar la lectura a partir de la incorporación del lector como sujeto activo que puede interactuar con el texto. Ejemplo de ello es LiquidText. La herramienta divide en dos la pantalla y permite a sus usuarios seleccionar y arrastrar al área de trabajo partes de textos originales para añadir notas, subrayados, lecturas en voz alta… Además, el texto original se mantiene en todo momento junto al área de trabajo adoptando un ligero sombreado para indicar que se ha trabajado con él. El objetivo de este software es favorecer la comprensión y el aprendizaje de contenidos por parte del usuario.
Con el objetivo de favorecer las habilidades lectoras, en concreto la velocidad de lectura, han surgido las aplicaciones de lectura rápida como Spritz, que muestra al lector un texto de tal forma que no tiene que hacer movimientos con los ojos. Este tipo de desarrollos, en cambio, no cuentan con mucho apoyo entre los especialistas en desarrollo de capacidades lectoras, que consideran que leer a gran velocidad no asegura ni una mayor retención, ni una comprensión plena de lo que se está leyendo, sino más bien lo contrario.
En esta línea de favorecer el desarrollo de diferentes destrezas mientras se practica la lectura, se sitúan las herramientas de lectura concebidas para promover y favorecer el aprendizaje de idiomas. Entre los diferentes ejemplos disponibles encontramos Paralleltext.io, Lingogo, DuoLir. Con sus diferentes particularidades, estas propuestas promueven y abordan la enseñanza de un segundo idioma desde una metodología lúdica.
Estos son sólo algunos de los muchos ejemplos disponibles, que han surgido a propósito de la proliferación de dispositivos de lectura digital, y que se plantea reimaginar la experiencia de lectura.
